jueves, 19 de agosto de 2010
jueves, 12 de agosto de 2010
"Corajiada" de Dorrego en Salta
Una política democrática
De modo que el partido federal era una especie de frente único en el que coexistían distintos intereses y tendencias. Para los estancieros bonaerenses la cuestión decisiva era quien dominaría en el país: Buenos Aires o toda la nación, coincidiendo más con sus enemigos unitarios que con sus aliados federales del interior.Sin embargo, el federalismo bonaerense produjo una tendencia 'doctrinaria y política' de contenido nacional: fue la que encarnó, en un momento decisivo, Manuel Dorrego. Las ideas del 'mártir de Navarro' en materia económica y constitucional, poco se han difundido entre nosotros, salvo en algunos libros especializados. Y por eso merecen una consideración muy especial.
El héroe y sus tribulaciones
De Antonio Calabrese14 de abril 2010. En el marco de un ciclo de conferencias de Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES) se realizó la presentación del libro “Manuel Dorrego, su vida, su obra”, de Antonio CalabreseAntonio Calabrese es abogado constitucionalista y político. Fue ministro de Economía, secretario general de la gobernación de Santiago del Estero, fiscal de Estado adjutor, diputado y candidato a Gobernador, ocupando numerosos cargos públicos en la Provincia de Santiago del Estero. Además del presente titulo ha escrito y publicado la obra de ficción Corrupción trágica, y La Protección legal del Patrimonio cultural argentino, ésta última de carácter jurídico, especialidad sobre la que ejerce la docencia en cursos de postgrado en la Secretaría de Cultura de la Nación. Asimismo, publicó innumerables trabajos académicos sobre economía, política y derecho en revistas jurídica argentina la Ley, el Boletín Informativo del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, y la Revista del Museo Nacional de Ciencia Naturales Bernardino Rivadavia, entre otras.
Más sobre Dorrego
Uno de los dramas más dolorosos de la historia argentina se gestó entonces con aterradora rapidez. El indeciso Lavalle se vio presionado por bastardos y oscuros intereses. Salvador María del Carril y Juan Cruz Varela entre otros, lo empujaron a cumplir una fatal decisión: el fusilamiento de Dorrego. Conducido a Navarro recibió la visita del comandante Juan Elías, portador de esta orden tremenda de Lavalle: "Vaya usted e intímelo que dentro de una hora será fusilado". Dorrego se dio un golpe en la cabeza y exclamó con dolor: "¡Santo Dios!" No era el grito de quien se ve frente a la muerte, sino la voz acongojada de la patria próxima a hundirse en la guerra civil. El condenado se repuso, llamó al padre Castañer y escribió una carta a su esposa que llegaría a destino, y otra a Estanislao López, que fue detenida por Lavalle. A su esposa le decía escuetamente: "Mi vida: mándame hacer funerales, y que sean sin fausto. Otra prueba de que muero en la religión de mis padres". Debía ir ya al patíbulo pero quiso antes abrazar a su amigo y compañero de armas Aráoz de La Madrid, a quien regaló su chaqueta y sus tiradores de seda, bordados por su hija Angelita. Se acercó a la muerte apoyado en La Madrid y Castañer.
"Acabo de hacer un sacrificio doloroso que era indispensable", dijo sordamente Lavalle a Elías al oír los estampidos asesinos. Era el 13 de diciembre de 1828.
Drama tan enorme sólo era comparable -pero ni siquiera justificable- con la ejecución de Liniers. Conmovedor testimonio de un proceso devorador constituyó el prólogo del despotismo que Viamonte aplazó con talento y buena voluntad. El gobernador Viamonte, precisamente, reparó la injusticia cometida con Dorrego. "Su nombre, restaurado al honor del país, fue dignificado solemnemente con un decreto de honras, el 29 de octubre. Un mes antes, resolvía el pago de cien mil pesos a la viuda e hijas de Dorrego, que oportunamente había sido dispuesto por la Sala de Representantes, y que Dorrego rechazara modestamente".
Rosas dispuso el 14 de diciembre de 1829 que sus restos fueran inhumados en Navarro, siendo sepultados el día 21 en el cementerio de la Recoleta.
La viuda, desamparada, debió recurrir al trabajo personal para poder subsistir. Casi veinte años después, el 21 de octubre de 1847, Rosas le otorgó una subvención mensual de cien pesos que Urquiza dobló tras la victoria de Caseros. En 1860 el Presidente Mitre le asignó medio sueldo de coronel, que Sarmiento transfirió a su hija Isabel pues la viuda del mártir había fallecido el 6 de abril de 1872.
"Enemigo del Congreso, opositor al Director, contrario a la expedición a Chile, partidario de la guerra contra el Brasil, enviciado en la agitación politiquera de la Atenas argentina"; tal el juicio categórico que Dorrego le mereció a Bartolomé Mitre, y sin embargo, en él encontramos la permanente vitalidad de la acción dorreguista, fogueada en el nervioso afán de un federalismo doctrinario que el ilustre biógrafo de San Martín omitió consignar, aunque reconoció que "Dorrego tenía algo de la fisonomía de los generales ilustres de las antiguas repúblicas griegas, con quienes fue comparado en aquella época, cuando se le apellidó el JOVEN TEMISTOCLES, por haber salvado a la Atenas del Plata de los bárbaros".
Su herencia política fue recogida por Viamonte. En una época plagada de ideas monárquicas Dorrego y Viamonte fueron, en efecto, de los pocos que sostuvieron una meritoria fidelidad a los más sanos principios republicanos. Quizás sea éste -un claro sentido del porvenir democrático y federal argentino-, el rasgo sobresaliente de una personalidad vigorosa, cuya estatua se ofrece a la veneración pública en una esquina céntrica de Buenos Aires.
El relato del adiós o cómo faltarle el respeto a Manuel Dorrego
Elocuente el autor: "Lo que parece guiar sus pasos es la voluntad de forjar las bases de 'un relato', para emplear un término caro a la señora de Kirchner, que justifique las adversidades de los capítulos finales. Ese 'relato' es el de victimización: debe mostrar a un gobierno jaqueado por fuerzas malvadas y hostiles ('los ricos egoístas', el 'rente agro-mediático', 'la derecha') que lo castigan por su 'compromiso con los pobres', por su lucha 'contra los monopolios', por su deseo de que 'los argentinos vean el fútbol gratuitamente' y que hasta planean, quizás, un fusilamiento como el de Manuel Dorrego, así sea "un fusilamiento mediático". Ahí vamos:
Al dársela se sobresaltó aún más, pero lleno de entereza mi dijo: "¡Compadre, no sabe Lavalle a lo que se expone con no oírme! Asegúrele usted que estoy pronto a salir del país; a escribir a mis amigos de las provincias que no tomen parte alguna por mi...
Bajéme conmovido y pasé con repugnancia a ver al general. Apenas me vio entrar, díjome: "Ya se le ha pasado la orden para que se disponga a morir, pues dentro de dos horas será fusilado; no me venga con muchas peticiones de su parte". ¡Me quedé frío! "General, le dije, ¿ por qué no le oye un momento, aunque lo fusile después?". "¡No lo quiero!", díjome, y me salí en extremo desagradado y, sin ánimo de volver a verme con mi buen compadre...; pero en el momento se me presenta un soldado a llamarme de parte de Dorrego, pidiéndome que fuera en el momento.
Al momento de subir al birlocho se paró con entereza y me dijo: "Compadre, se me acaba de dar la orden de prepararme a morir dentro de dos horas. A un desertor al frente del enemigo, a un bandido, se le da más termino y no se le condena sin oírle y sin permitirle su defensa. ¿Dónde estamos? ¿Quien ha dado esta facultad a un general sublevado? Proporcióneme usted, compadre, papel y tintero, y hágase de mi lo que se quiera. ¡Pero cuidado con las consecuencias!",
Legión Unitaria
El general Juan Galo Lavalle, héroe de las guerras de la Independencia, llevó adelante una intensa lucha contra el gobierno de Don Juan Manuel de Rosas, reflejada en varias batallas en todo el territorio del país. Otra figura de relieve entre los jefes unitarios fue el general José María Paz, uno de los jefes mas brillantes en la historia militar argentina.
Nuestro grupo no busca reivindicaciones de figuras históricas, solo el recrear - en este caso a los cuerpos unitarios -, un momento de nuestra historia.
Juan Manuel de Rosas (1793-1877)
Juan Galo Lavalle (1797-1841)
El período a recrear abarca los años de 1838 a 1845. Años donde las fuerzas contrincantes fueron relativamente equilibradas y donde se libraron las mas grandes batallas.
Integrado por civiles, nuestro grupo tiene como objetivo recrear la historia de nuestro país, sin ninguna connotación militar ni ideológica, más allá de la cuota de realismo que los eventos requieren para su fiel representación.
José María Paz (1791-1854)
Araoz de Lamadrid (1795-1857)
El Grupo de Recreación Histórica “LEGIÓN UNITARIA” se nuclea dentro de ACICURHA (Asociación Civil y Cultural de Recreación Histórica Argentina)
Porque recreamos un cuerpo Unitario: porque queremos que la recreación histórica en Argentina, pueda avanzar y desarrollarse en sus posibilidades. Y poder recrear junto a otros grupos “federales” que ya existen una parte de nuestra historia.
Batallas
La recreación histórica es un fenómeno cultural que hace mas de una década se desarrolla en nuestro país. En los últimos años se fue afianzando en su actividad con gran esfuerzo por parte de quienes la realizan. Al principio se recrearon las invasiones inglesas de 1806 – 1807, luego comenzaron a recrearse las batallas de la guerra de la Independencia en lugares como la Plaza de Mayo, Campo de Polo de la ciudad de Buenos Aires, La Ensenada de Barragán, y otros.
Actualmente Centros Tradicionalistas de todo el país traen del pasado los nombres de quienes se enfrentaron con sus compatriotas por un ideal. Juan Manuel de Rosas, Juan Lavalle, Manuel Dorrego, Lamadrid, son algunos de los innumerables hombres que lucharon en campañas memorables.
El grupo de recreación histórica "Legión Unitaria" fue creado con la premisa de revivir una época significativa de nuestra historia, mediante el uso de uniformes, banderas y armas traídas del pasado. Desde 1828 a 1852, nuestro país vivió inmerso en una sería de confrontaciones entre los llamados federales y unitarios. Argentinos que se vieron enfrentados en una intensa lucha a los largo de casi 25 años, donde dominaron las pasiones irreconciliables.
Tribuno del federalismo
El marcó a fuego el contenido antipopular de dicha Constitución, en la sesión de 25 de setiembre de 1826, cuando dijo: "¿Y qué es lo que resulta de aquí? Una aristocracia…. la más terrible, porque es la aristocracia del dinero. Y apuntó bien: "¿El que formará las elecciones será el Banco!".
Al asumir el doctor Vicente López y Planes la presidencia provisional, lo nombró ministro de Marina y Relaciones Exteriores. El 12 de agosto de 1827, la Junta de Representantes lo eligió gobernador de Buenos Aires, por 31 votos. Tuvo como ministros a notables figuras del partido federal: Manuel Moreno, José María Roxas, Vicente López, Tomás Guido.
Regreso a Buenos Aires
En junio y julio de 1820 luchó contra el motín de Pagola y una junta electoral le dio el poder de gobernador interino. Peleó contra el chileno Carrera, Alvear y Estanislao López, y venció. Sin embargo el gobernador Martín Rodríguez lo confinó a Mendoza en marzo de 1821, sin razón aparente. Dorrego se refugió en la Banda Oriental, de donde volvió en marzo de 1823, en momentos de producirse la revolución del Dr. Gregorio Tagle contra Rivadavia. Este le dio mando de tropas y Dorrego actuó en la represión de los rebeldes.
En setiembre de 1823 fue elegido representante a la Legislatura y al año siguiente resultó reelecto. Desde su banca alegó por la causa de la Banda Oriental, contra la opresión y política portuguesa. Era ya, según el ministro norteamericano John Murray Forbes, el jefe militar del "partido patriota o popular". En momentos en que Rivadavia se compromete con los capitalistas y financistas británicos, Dorrego aboga por una empresa de minas nacional, junto con Facundo Quiroga y Braulio Costa.
Participación en las batallas de Tucumán y Salta
A pesar de sus virtudes militares, Dorrego poseía un espíritu turbulento y juntamente con el coronel Carlos Forest se pusieron en pugna con el general en jefe, lo que obligó a Belgrano a ordenar la separación de Dorrego del mando y la formación de una causa, razón por la cual debió regresar a Jujuy cuando el ejército estaba en marcha hacia Potosí. Eso impidió que estuviera en las desastrosas actuaciones de Vilcapugio y Ayohuma. El general Belgrano dijo después de la primera de ellas que si hubiera estado presente el teniente coronel Dorrego, no hubiera sido batido el ejército patriota.
Cuando el ejército se replegó hasta Jujuy, Manuel Dorrego se incorporó nuevamente a él. Quedó a cargo de las fuerzas de avanzada que se situaron en Guachipas para alimentar una guerra de guerrillas, y con 500 nuevos soldados organizó un regimiento llamado de "Partidarios". Al poco tiempo el general San Martín recibió el mando de aquel ejército y ordenó el repliegue de la fuerza hasta Tucumán. A fines de enero Dorrego sostuvo un combate en la Quebrada de Humahuaca contra el coronel Saturnino Castro.
A consecuencia de una discusión con San Martín, éste ordenó que fuese remitido a Santiago del Estero, a fines de febrero de 1814. Posteriormente regresó a Buenos Aires y se incorporó al ejército en operaciones en la Banda Oriental, que mandaba el general Alvear, el cual dio a Dorrego el mando de una de las divisiones. El 6 de octubre de 1814 batió completamente al caudillo Fernando Otorguez en Marmarajá, apoderándose de toda su artillería y tomando prisionero al propio caudillo con su familia. En cambio tuvo un traspié con el caudillo Rivera, quien lo derrotó en Salsipuedes en la jornada del 26 de diciembre del mismo año y en Arerunguá, el 10 de enero de 1815.
Tribuno del federalismo
El marcó a fuego el contenido antipopular de dicha Constitución, en la sesión de 25 de setiembre de 1826, cuando dijo: "¿Y qué es lo que resulta de aquí? Una aristocracia…. la más terrible, porque es la aristocracia del dinero. Y apuntó bien: "¿El que formará las elecciones será el Banco!".
Al asumir el doctor Vicente López y Planes la presidencia provisional, lo nombró ministro de Marina y Relaciones Exteriores. El 12 de agosto de 1827, la Junta de Representantes lo eligió gobernador de Buenos Aires, por 31 votos. Tuvo como ministros a notables figuras del partido federal: Manuel Moreno, José María Roxas, Vicente López, Tomás Guido.
La traición de Lavalle
Todo lo dicho es fruto de la investigación histórica efectuada en las últimas décadas, sobre la figura y la acción del primer mártir federal y primera gran víctima del iluminismo argentino. Figura de una proyección nacional que ofrece pocos parangones en nuestra historia, porque, sin duda alguna, Manuel Dorrego planteó en la década rioplatense de 1820 la problemática clave de la Argentina, enfrentada en esos años a fuerzas exteriores de penetración ideológica, ya nunca más desalojadas de la vieja patria precapitalista, estoica y antiiluminista: la vieja patria con autoconciencia de soberanía, en base a un pueblo que aceptó la Revolución recién a partir de su primer caudillo, José Gervasio de Artigas.
Misión Posonby
Se sabe, por un informe del cónsul norteamericano Forbes a su gobierno, que el movimiento contra Dorrego había trascendido el estrecho círculo de la logia política rivadaviana y era conocido, por anticipado. Enrique Pavón Pereyra incorporó un nuevo aporte reafirmativo al transcribir un fragmento de carta de Julián Espinosa al general Rivera, del 21 de noviembre de 1828, que dice lo siguiente: "La llegada de estas tropas hace recelar a alguno que van a servir para hacer una revolución contra el gobierno, de cuya revolución hace ocho días se habla públicamente; por los datos que yo tengo, no encuentro dificultad en que se verifique, mucho más si se hace militarmente. Me han asegurado que piensan poner al general Lavalle de gobernador, y que van a desconocer la Junta de la Provincia: si esto sucede vendremos a quedar gobernados por la espalda".
Lord Posonby jugó fríamente su partida contra Dorrego, cuya caída aguaitaba "con placer" (según su propia confesión), y la ganó en la oportunidad propicia. Por su parte, el jefe del federalismo jugó todas las cartas, buscando alianzas americanas para doblegar al imperio del Brasil y por lo menos postergar la independencia definitiva de la Provincia Oriental: intentó el apoyo de Simón Bolívar, promovió la rebelión de los republicanos brasileños y reclamó la presencia del general San Martín para evitar la desmoralización que preveía del ejército en operaciones. No contó, lamentablemente, en su frente interno con toda la colaboración y el sentido nacional que hubiesen sido necesarios para librar contienda contra el grupo rivadaviano (Del Carril, los Varela y varios sacerdotes).
San Martín respondió al llamado, ciertamente, pero llegó a destiempo, después de 76 días de navegación. El Libertador partió de Falmouth, a bordo del "Chichester", el 21 de noviembre de 1828, y al llegar a Río de Janeiro, en enero de 1829, tuvo conocimiento del golpe de Lavalle. El 5 de febrero arribó a Montevideo y en esta ciudad supo lo del fusilamiento de Dorrego, según lo contó él mismo al coronel Manuel de Olazábal. Lavalle le hizo llegar a bordo ofrecimientos diversos, a condición de que apuntalara la situación política, que ya se tornaba insoportable para el gobernador de facto. Pero el Libertador no lo escuchó.
Se erizan las lanzas federales
El pueblo cantó al inolvidable caudillo y pensador federal:
Cielito y cielo enlutado
por la muerte de Dorrego,
enlútense las provincias,
lloren cantando este cielo
Cielo, mi cielo sereno
nunca más pompa se vio
que el día en que Buenos Aires
a Dorrego funeró.
Arrebatada la soberanía popular y consumado el crimen político, el 13 de diciembre, sólo un hombre de mano fuerte y de orden podía devolver las cosas a su quicio. Pocos meses después ese hombre iba a entrar en escena. Era un hermano de leche de Lavalle. Se llamaba Juan Manuel de Rosas.
jueves, 15 de julio de 2010
El jefe de la oposicion
Se embarcó en un mal negocio de minería, lo que lo llevó a hacer un viaje al Alto Perú; allí fue partícipe de las entrevistas habidas entre Simón Bolívar y Carlos de Alvear por Tarija. Se entusiasmó con los planes del primero para crear una Federación Americana. Y le pidió ayuda para expulsar a los portugueses de la Banda Oriental, en términos de una adulación insólita para un personaje con una actitud tan independiente como Dorrego.
En su viaje de regreso se puso en contacto con el caudillo santiagueño Juan Felipe Ibarra, que lo puso en contracto con los federales del interior y lo hizo elegir diputado al Congreso Nacional. Allí se mostró contrario a la política del presidente Rivadavia por el centralismo de la misma. Al discutirse la Constitución de 1826 debatió sobre la forma de Gobierno y el derecho al sufragio. Desde el periódico "El Tribuno" atacó las medidas centralizadoras de Rivadavia, ganando prestigio en las provincias, en donde se lo consideraba un dirigente federalista de Buenos Aires. Influyó con su prédica en la crisis que culminó con la renuncia de Rivadavia a la Presidencia de la Nación. El Partido Unitario lo consideraba un traidor porque siendo Dorrego de clase patricia porteña, representaba para la metrópoli lo que había representado antes José Artigas, el político capaz de unir a la ciudad con las masas populares.
Cuando se le objetó que el federalismo era imposible dada la pobreza de las provincias, respondió que éstas podían ser económica y administrativamente viables, si se agruparan en grupos más grandes. defendió el derecho a voto de los "criados a sueldo, peones jornaleros y soldados de línea", argumentando:
"¿Es posible esto en un país republicano? ¿Es posible que los asalariados sean buenos para lo que es penoso y odioso en la sociedad, pero que no puedan tomar parte en las elecciones?... Yo no concibo cómo pueda tener parte en la sociedad, ni como pueda considerarse miembro de ella a un hombre que, ni en la organización del gobierno ni en las leyes, tiene una intervención..."
jueves, 6 de mayo de 2010
Conspiración y muerte
Dorrego estaba sencillamente indefenso: a la luz del día se tramaba una conspiración para derrocarlo. Cuando le dijeron que Lavalle (antiguo compañero de armas en el Ejército y a quien Dorrego había recomendado en su momento para un ascenso) estaba a punto de atacarlo, no quiso creerlo. El 1ro de diciembre, sin embargo, Lavalle se puso al frente de una revolución y lo derrocó. Ese sería el primer golpe militar a un gobierno legítimamente elegido por el pueblo en la Argentina.
Mientras Dorrego se retiraba al sur de la provincia, los unitarios celebraron una "elección" (en la que sólo participaron ellos) que nombró gobernador a Lavalle. Para darse una idea de cuánta gente votó y con qué garantías, basta decir que se hizo a viva voz en el atrio de una iglesia, custodiada por el regimiento de Lavalle. La legislatura fue disuelta, y los unitarios celebraron que los sirvientes “volverán a la cocina”.
Apoyado por el coronel Juan Manuel de Rosas, el gobernador pidió ayuda a los demás gobiernos provinciales y se dirigió a Navarro. Imprudentemente, esperó allí a Lavalle y sus hombres, por los que fue fácilmente vencido en la batalla de Navarro. Huyó hacia el norte, buscando la protección de Ángel Pacheco, pero fue arrestado por Bernardino Escribano y Mariano Acha y entregado a Lavalle.
Lavalle se negó a conversar con él e inmediatamente ordenó que se lo fusilara, tal como se lo había instigado en la reunión del 30 de noviembre a la que fueron, entre otros, Julián Segundo de Agüero, Salvador María del Carril, los hermanos Florencio y Juan Cruz Varela, Martín Rodríguez, Ignacio Álvarez Thomas, Valentín Alsina. Dorrego, indignado, contestó:
"Dígale que el gobernador y capitán general de la provincia de Buenos Aires, el encargado de los negocios generales de la república, queda enterado de la orden del señor general. A un desertor al frente del enemigo, a un enemigo, a un bandido, se le da más término y no se lo condena sin permitirle su defensa ¿Dónde estamos? ¿Quién ha dado esa facultad a un general sublevado? Hágase de mí lo que se quiera, pero cuidado con las consecuencias."
Enseguida le escribió una carta a Estanislao López y otra a su esposa – Ángela Baudrix –, en que les expresó:
"dentro de unas horas seré fusilado y todavía no sé por qué razón."
Legó la mayor parte de sus bienes materiales al Estado y escribió a López que perdonaba a sus perseguidores y le pedía que su muerte no fuera causa de derramamiento de sangre. Eso es exactamente lo que fue, y por muchos años: en efecto, fue el comienzo de la guerra civil que duró hasta mucho después de la Batalla de Caseros.
Sumaria y extrajudicialmente, Lavalle lo hizo fusilar en Navarro el 13 de diciembre de 1828.
jueves, 22 de abril de 2010
Segundo Gobierno
Se disolvió el Congreso, se consideró caducada la presidencia, y se llamó a elecciones para una nueva legislatura porteña. Ésta nombró gobernador a Dorrego en agosto de 1827. En ese momento, que parecía ser el de su absoluto encumbramiento, se le ofreció el grado de general. Dorrego declinó a tal honor explicando que sólo lo aceptaría cuando se considerara digno de tal grado, es decir, cuando lo ganara en el campo de batalla; sin embargo, muchos quisieron interpretar que quería decir cuando se considerara digno de ser comparado con Artigas, Belgrano o San Martín.
Su gobierno trató de ser federal, sin lograrlo por completo: inició tímidos pasos para dar al país una organización federal. El interior confiaba en su gestión; y como los gobiernos provinciales ya lo consideraban un amigo de las provincias, éstas le dieron el manejo de la guerra y las relaciones exteriores.
Dorrego trató de superar la "herencia" del Tratado de Paz de García. Para esto, como principal gobernante de las Provincias Unidas intentó concluir rápidamente la guerra argentino-brasileña con audaces operaciones, motivo por el cual comisionó al gobernador santafesino Estanislao López para la liberación de las Misiones Orientales como paso previo al desalojo de los brasileños, establecidos en Porto Alegre; asimismo logró que un mercenario alemán llamado Friedrich Bauer dejara de estar al servicio de Brasil e intentara la creación de la República de Santa Catarina. Dorrego también entró en relación con los principales líderes riograndenses: Bento Gonçalves da Silva y Bento Manuel Ribeiro para que ellos crearan la República de San Pedro del Río Grande.
Pero la presión inglesa, ejercida directamente por el enviado lord John Ponsonby, representante de los intereses de la Corona Británica en Buenos Aires, e indirectamente a través del Banco de la Provincia, controlado por capitalistas ingleses, trabaron su accionar. Por otro lado, las acciones directas de naves militares del Reino Unido y del Brasil sobre naves argentinas forzaron a Dorrego a aceptar una paz desventajosa. Ponsonby llegó hasta el punto de amenazar con una intervención militar si no se firmaba la paz con Brasil.
Si bien se mantuvo inflexible sobre la negativa a aceptar lo antes firmado por García, tuvo que aceptar la independencia de la provincia en disputa como Estado Oriental del Uruguay a través del tratado ratificado el 29 de setiembre de 1828. A principios de octubre las tropas argentinas establecidas en Río Grande partían de regreso.
jueves, 15 de abril de 2010
Primer Gobierno
El 20 de septiembre fue depuesto en ausencia por la legislatura, que nombró en su lugar a Martín Rodríguez. Desde el frente se retiró a su quinta en San Isidro. Fue deportado brevemente en octubre de 1821 a la Banda Oriental.
De regreso ayudó a aplastar la "revolución de los Apostólicos", dirigida por Gregorio García de Tagle, a quien logró capturar; pero lo dejó huir. Acto notable, porque Tagle era el ministro que había firmado su destierro y prácticamente su condena a muerte junto a Pueyrredón en 1816.
jueves, 25 de marzo de 2010
Carrera militar en Argentina
Al estallar la Revolución de Mayo se encontraba en Chile, donde participó en la represión de una reacción realista, y desde donde regresó con refuerzos para la guerra de la Independencia.
Se destacó como militar al enrolarse en el Ejército del Norte dirigido por Manuel Belgrano, en el cual llegó al grado de coronel.
Participó como jefe de la infantería de reserva en la batalla de Tucumán y en la batalla de Salta fue uno de los primeros jefes en llegar al centro de la ciudad. Pese a que Belgrano le reconocía valor y capacidad, tuvo problemas por su indisciplina. Eso lo privó de participar en las dos últimas batallas de la campaña al Alto Perú. Belgrano mismo comentaría que no hubiera perdido estas dos batallas si hubiera contado con Dorrego.
Volvió a incorporarse al Ejército después de la derrota, para apoyar la retirada del mismo al mando de partidas de guerrilleros gauchos. Pero el nuevo jefe, San Martín, lo sancionó por haber faltado el respeto a Belgrano, lo que le valió un retraso en su ascenso militar y no participar tampoco en la tercera campaña al Alto Perú.
Al iniciarse abiertamente el conflicto entre federales y unitarios, se encontró a las órdenes del Directorio (unitario) luchando contra los caudillos federales, derrotando inicialmente a Fernando Otorgués en la acción de Marmarajá el 14 de octubre de 1814, aunque luego fue derrotado por el entonces lugarteniente de Otorgués: Rivera en Guayabos, el 10 de enero de 1815.
Biografia
De regreso a Buenos Aires se dedicó al periodismo y se opuso a la política del Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón por lo que fue desterrado en 1816. Residió en las Antillas y en EE UU, en donde se sintió atraído por las bondades de un régimen democrático y federal. Regresó al país en 1820 y asumió la gobernación de la provincia de Buenos Aires durante un breve periodo. Viajó luego a Bolivia para regresar en 1823.
Ese año fue nombrado miembro de la legislatura y luego del Congreso Nacional donde defendió la causa del federalismo. Su oratoria y su estilo fogoso lo convirtieron en el ídolo de la plebe urbana de Buenos Aires y en la principal figura del Partido Federal porteño. El 3 de agosto de 1827 fue elegido nuevamente como gobernador y capitán general de la provincia de Buenos Aires y encargado del Poder Ejecutivo Nacional. Firmó la paz con Brasil sobre la base de la independencia de Uruguay.
Concluida la guerra hizo llamar al ejército de Montevideo pero al llegar el batallón al mando del general Juan Lavalle, éste puso sitio a la fortaleza de Buenos Aires influenciado por algunos políticos del Partido Unitario. Dorrego huyó a la campaña que le era adicta y en poco tiempo armó un ejército leal pero débil. Lavalle marchó contra él y lo derrotó; Dorrego escapó nuevamente pero fue traicionado por uno de sus subalternos. Capturado por Lavalle, fue sentenciado a muerte y fusilado.