jueves, 12 de agosto de 2010

El relato del adiós o cómo faltarle el respeto a Manuel Dorrego




Elocuente el autor: "Lo que parece guiar sus pasos es la voluntad de forjar las bases de 'un relato', para emplear un término caro a la señora de Kirchner, que justifique las adversidades de los capítulos finales. Ese 'relato' es el de victimización: debe mostrar a un gobierno jaqueado por fuerzas malvadas y hostiles ('los ricos egoístas', el 'rente agro-mediático', 'la derecha') que lo castigan por su 'compromiso con los pobres', por su lucha 'contra los monopolios', por su deseo de que 'los argentinos vean el fútbol gratuitamente' y que hasta planean, quizás, un fusilamiento como el de Manuel Dorrego, así sea "un fusilamiento mediático". Ahí vamos:


"Fui a ver al general Juan Lavalle a solicitar su permiso para hablar con el señor Dorrego así que llegara. Dicho general (...) me permitió verle así que llegara y lo hice en efecto, al momento mismo de haber parado el birlocho en medio del campamento y puéstosele una guardia. Subido yo al birlocho y habiéndome abrazado, díjome: "¡ Compadre, quiero que usted me sirva de empeño en esta vez para con el general Lavalle, a fin de que me permita un momento de entrevista con él!" (...). "Compadre -le dije-, con el mayor gusto voy a servir a usted en este momento". Corrí a ver al general, hícele presente el empeño justo de Dorrego...; mas viendo yo que se negó abiertamente a ello, le dije: "¿ qué pierde el señor general con oírle un momento...?". "¡No quiero verle, ni oírlo un momento¡"... Salí desagradado, y volví sin demora con esta funesta noticia a mi sobresaltado compadre.
Al dársela se sobresaltó aún más, pero lleno de entereza mi dijo: "¡Compadre, no sabe Lavalle a lo que se expone con no oírme! Asegúrele usted que estoy pronto a salir del país; a escribir a mis amigos de las provincias que no tomen parte alguna por mi...
Bajéme conmovido y pasé con repugnancia a ver al general. Apenas me vio entrar, díjome: "Ya se le ha pasado la orden para que se disponga a morir, pues dentro de dos horas será fusilado; no me venga con muchas peticiones de su parte". ¡Me quedé frío! "General, le dije, ¿ por qué no le oye un momento, aunque lo fusile después?". "¡No lo quiero!", díjome, y me salí en extremo desagradado y, sin ánimo de volver a verme con mi buen compadre...; pero en el momento se me presenta un soldado a llamarme de parte de Dorrego, pidiéndome que fuera en el momento.
Al momento de subir al birlocho se paró con entereza y me dijo: "Compadre, se me acaba de dar la orden de prepararme a morir dentro de dos horas. A un desertor al frente del enemigo, a un bandido, se le da más termino y no se le condena sin oírle y sin permitirle su defensa. ¿Dónde estamos? ¿Quien ha dado esta facultad a un general sublevado? Proporcióneme usted, compadre, papel y tintero, y hágase de mi lo que se quiera. ¡Pero cuidado con las consecuencias!",

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