jueves, 12 de agosto de 2010

Se erizan las lanzas federales

La Argentina empezaba a erizarse de lanzas federales y la anarquía prendía sus fuegos. En la tarde del 12 de febrero, el barco levó anclas en Buenos Aires, rumbo a Montevideo, y esa fue la última vez que el Libertador contempló las orillas de su patria, que no le daba gozos ni descansos.
El pueblo cantó al inolvidable caudillo y pensador federal:
Cielito y cielo enlutado
por la muerte de Dorrego,
enlútense las provincias,
lloren cantando este cielo
Cielo, mi cielo sereno
nunca más pompa se vio
que el día en que Buenos Aires
a Dorrego funeró.
Arrebatada la soberanía popular y consumado el crimen político, el 13 de diciembre, sólo un hombre de mano fuerte y de orden podía devolver las cosas a su quicio. Pocos meses después ese hombre iba a entrar en escena. Era un hermano de leche de
Lavalle. Se llamaba Juan Manuel de Rosas.

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